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¿No estoy yo aquí que soy tu madre?

Geraldo Custodio sx
23080
07 Diciembre 2020

Relato de las apariciones: el Nican mopohua:

Para entrar en el mensaje que la Virgen de Guadalupe nos presenta, es necesario conocer el hecho mismo, tal como está escrito en el 'Nican Mopohua' (palabras de origen náhuatl), que narra las apariciones y fue escrito por Antonio Valeriano antes de la muerte de Juan Diego en 1548:

"Una Dama del Cielo apareció en el cerro del Tepeyac. Se apareció a un pobre indio llamado Juan Diego. Sucedió al amanecer de un sábado 9 de diciembre de 1531, cuando Juan Diego fue a Tlatelolco para el culto. Alguien lo llamó: "Juanito, Juan Dieguito". Subió el cerro y vio a una señora de pie y le dijo que se acercara: "Juanito el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde va? Yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive, creador de la humanidad y maestro del discípulo, el Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija un templo en este lugar, donde mostraré y daré todo mi amor, compasión, ayuda y protección al pueblo, a ustedes y a los habitantes de esta tierra y a los que me aman. Aquí escucharé sus lamentos y aliviaré sus dolores, miserias y penas. Ahora ve al palacio del obispo de México y le dirás que te envío como mi mensajero. Esta es la misión que te encomiendo."

Juan Diego fue con obispo, que era Juan de Zumárraga, pero no le creyó porque pensaba que era una imaginación. Juan Diego regresó con la Señora, que ya lo estaba esperando y le dijo: "Te ruego, mi Señora, que encargues esta tarea a una persona noble y respetada, para que tu palabra sea creída. Ella respondió: es absolutamente necesario que vayas a hablar por mí. Mucho te ruego, y con rigor te mando que vaya mañana a ver al obispo de nuevo. Respondió: De muy buena gana iré a cumplir tu mandado, pero tal vez no seré creído todavía. Mañana volveré para darte la respuesta del obispo.

Al día siguiente, domingo, fue y con dificultad le dejaron ver al obispo al que le había informado del mensaje, pero aun así no le creyeron. El obispo le pidió pruebas para creer. El lunes, Juan Diego se quedó en casa debido a la enfermedad de su tío Bernardino. El martes, Juan Diego se dirigía a buscar un sacerdote para ayudar a su tío, pero la Señora salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. Cuando le habló de su tío enfermo, ella respondió: "Oye y ten por entendido hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón. ¿No estoy aquí que soy tu madre?  ¿No estás bajo mi sombra? ¿no soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mí regazo? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío que no morirá ahora de ella, está seguro de que ya sanó". Se consoló y su corazón encontró calma.

Juan Diego le rogó que le diera una señal. Ella le dijo: "Sube a la cumbre del cerrillo, allí hallarás diferentes flores, córtalas, júntalas y tráelas a mi presencia. Juan Diego subió, cortó las flores y las puso en su tilma (delantal). Bajó inmediatamente y las trajo a la Señora, ella las tomó en sus manos y las colocó de nuevo en la tilma. "Hijo mío, estas rosas son prueba y señal, muéstralas sólo al Obispo." Se fue y logró ver al obispo y le dijo: "Señor Obispo, yo hice lo que ha ordenado, ese es la señal para que puedan creer en mis palabras y en el mensaje, tómenlas". Abrió su tilma y las flores cayeron, esparciéndose en el suelo. Inmediatamente la imagen de la Virgen Santa María apareció pintada en la tilma. El obispo y todos los que allí estaban se arrodillaron se conmovieron, llorando y disculpándose por no creer en su palabra.

El obispo tomó el delantal con la imagen y lo llevó a su pequeña capilla. Juan Diego permaneció allí todo el día y al día siguiente el obispo dijo: "Vamos a ver el lugar donde la Reina de los Cielos quiere que se erija su templo". Cuando llegaron a la casa de Juan Diego, su tío Juan Bernardino les contó cómo la Señora lo había sanado. Ella le dijo su nombre, que será el nombre de la preciosa imagen, la siempre Virgen María de Guadalupe.

LA MISION GUADALUPANA

Después de leer la historia, vemos que la Señora del Cielo se reúne con Juan Diego. Ella viene como mensajera, enviada, misionera de grandes noticias. Para ello, ella ya está esperando (no parece) para confiarle una misión. Juan Diego, al ver el maravilloso mundo que le rodea, se pone a su disposición para lograr lo que se le ha confiado. Va al obispo y aunque lo escuche, no le creerá. Escenas de este tipo se repetirán y Juan Diego se desanima cada vez, pero cuando se encuentra con la Señora de nuevo, recupera el valor y continúa la misión que se le ha confiado.

Quiere su casa en la tierra de los conquistados. En la primera reunión Juan Diego le dice a la Virgen: "Debo llegar a TU casa en México Tlatelolco". Pero la Señora dice que su casa la quiere en el Tepeyac. La Señora tiene confianza en Juan Diego y adopta su propio idioma.

En el segundo encuentro le dice: "Dile al Obispo que yo personalmente, la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te mando". Juan Diego va, pero aún no es creído por el Obispo, y le dice a la Señora que el plan no funciona y no oculta su pesar por no cumplir su orden. Revela sus aflicciones, comparte su situación, se siente inútil, pide perdón por su falta de efectividad. Juan Diego toca el fondo de su "nada", pero percibe el apoyo de la Señora.

Ella lo envía de nuevo y le dice, "hazle saber completamente mi voluntad ... que yo en persona ... te mando”. Para la mentalidad náhuatl, el cumplimiento de la voluntad divina no era una cuestión de voluntad o no, sino de un orden. El paraíso de cantos y flores que estaba a su alrededor refleja su procedencia divina. Quiere un templo donde los pobres sean reconocidos en su dignidad.

Su testimonio y su palabra son escuchados y creídos. "Los siervos del obispo se acercaron a Juan Diego, pero no veían flores reales, sino flores que parecían "pintadas, talladas o cosidas". El obispo se dio cuenta de que esto era una prueba.

Aceptar a "la Madre de Dios" también es aceptar a los indígenas. El nuevo templo debe restaurar la dignidad de los oprimidos. "Para que aparezca la verdad de mi palabra y mi mensaje."

Juan Diego es digno de confianza. Es el portador del mensaje de la Señora. Hace una síntesis teológica: la Señora es la Virgen, la Santísima Madre del Salvador. ¡Nuestro Señor Jesucristo!

Su testimonio constituye la base de la tradición Guadalupana. Además, ella no dice que la Señora es la Madre de los Aztecas, como ella misma dijo cuando apareció. Va más allá del concepto azteca de divinidad.

Juan Diego y el mensaje llevaron al Obispo a dudar de sí mismo y de su seguridad para aprender a escuchar a los pobres y respetarlos. Entonces el obispo pidió el lugar donde se debía erigir el santuario. Es necesario ir del lugar de dominación al lugar de los oprimidos, que es el lugar elegido por la Señora.

Aceptando el Obispo el mensaje acepta al mensajero que, al abrir su manta blanca, las flores se esparcen en el suelo ... y por encima apareció de repente la hermosa imagen de la siempre Virgen María, Madre de Dios ... llamada Guadalupe.

El Obispo y todos los presentes, con lágrimas de tristeza, oraron y pidieron perdón por no haber realizado la petición de la Virgen.

En el tema de Guadalupe, la fe- vida, las palabras-obras van de la mano. Restaurar la dignidad y la salud a los pueblos indígenas no es sólo una promesa, sino un hecho: la Iglesia debe estar con los pobres, ya que los pobres deben ser Iglesias. María, misionera de las Buenas Noticias... transforma la realidad para formar un pueblo y una familia.