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Un vistazo a la realidad de Santa Cruz

Abigail Martinez
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01 Agosto 2017

Llegué en el mes de septiembre del 2016, a vivir en la comunidad de Santa Cruz, un pueblo indígena de lengua Náhuatl.

Al vivir aquí con ellos me doy cuenta que ya no es solo su realidad social, cultural, religiosa o política.

Es también mi realidad, porque convivo y comparto con ellos las penas y alegrías; Ya no soy una simple espectadora de su realidad; y esto exige una respuesta, la necesidad de dar un paso más para ver qué se puede hacer.

Una de estas realidades la viven los niños, la gran mayoría son confiados a sus Abuelos o Tíos  para su educación y cuidado, ya que ante las necesidades y falta de empleo en el lugar, sus papás se ven obligados a emigrar a las grandes ciudades del País (Guadalajara, Monterrey o Cd. de México). Otros soportan, además de la pobreza extrema, el alcoholismo y la violencia que hay dentro de su familia.

La situación de los adolecentes y jóvenes no es mejor; algunos de ellos son presas del alcohol y las drogas,  otros se ven obligados a interrumpir sus estudios debido a su situación económica. En cierta ocasión una señora me decía: “Mi hijo mayor quiere seguir estudiando, pero necesito que Él se ponga a trabajar para que me ayude con sus hermanos, porque ya no puedo con los gastos”.

A pesar de todo esto, veo la acción de Dios que va acompañando a su pueblo y hace suscitar la solidaridad y la comprensión, sobre todo cuando entre ellos se ayudan o se unen para ser frente a una situación difícil.

Un catequista me compartía que la doctora del dispensario, le pidió avisar a su vecino, que se llevaría a su esposa al hospital, porque ya iba a dar a luz;  Él fue a avisarle, y al saber que no tenía dinero para ir al hospital, y que además tenía en la ciudad de México otro miembro de la familia hospitalizado; este catequista pidió a su esposa que le diera 20 pesos que tenían, con los cuales pensaban comprar un queso para su cena,  recuerdo que con una sonrisa serena me dijo: ¡Y ese día ya no cenamos queso, puros frijoles! En ese momento vino a mi mente la viejita que contempla Jesús en el templo y dice a sus discípulos:  …esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que le sobraba; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía…  Mc 12,41.

También admiro la fe de la gente que, a pesar de todo, muestran una fe inquebrantable,  me sorprendo cuando los veo platicar con “TOTATA JESÚS” (Imagen de Jesús ultrajado, con la corona de espinas), me hacen pensar que se identifican con este Jesús sufriente, al que le platican todas sus preocupaciones y dolencias.

¡Creo firmemente en que Dios los escucha y acoge con benevolencia, porque Dios no desoye al pobre (Sal 68,34)!