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Del Dios de mi marido a mi Dios

Mireille Milumbu mmx
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11 Abril 2018

Este año, nuestra comunidad vivió la vigilia Pascual en una aldea de la parroquia llamada Naamsoot, a 103 km de donde vivimos, en la provincia de Naan, norte de Tailandia, donde estamos presentes desde el 2014.

Naamsoot es un pueblo en donde su mayoría son Hmong, una etnia de origen chino, que observa la religión de los antepasados, pero también hay un pequeño grupo de cristianos. Esa noche, esta pequeña comunidad cristiana ha tenido la alegría de acoger doce recién bautizado, incluyendo tres madres, una joven y ocho niños. Fueron acompañados por más de tres años para prepararse para este gran misterio de la regeneración de los hijos de Dios, culminando con el retiro de tres días que Bety y un catequista tailandés han dirigido. Junto con ellos Teresa, que los acompañó en el camino de su catecumenado, eligió los nombres para el bautismo teniendo en cuenta las características de cada uno. Este momento se vivió con mucha participación y entusiasmo. El coro que animó la liturgia de la vigilia fue el grupo de niños católicos, budistas y de las religiones tradicionales, que nuestra hermana Bety acompaña para la formación humana y espiritual.

Según la cultura Hmong, las mujeres deben seguir la religión de su esposo. La catequesis transmitida a estas madres también fue una oportunidad para destacar la libertad de la propia elección, y de como en el salto de fe era necesario que se diera en la verdad y sinceridad de corazón para llegar a dar el paso del Dios de mi esposo a mi Dios. Haciendo camino, vieron que la fe es una gracia que al mismo tiempo se requiere de una implicación profunda para llegar a una experiencia personal de Dios. De hecho, de las seis madres que habían iniciado juntas a prepararse para ser bautizadas aquella noche, tres no se sintieron listas y decidieron esperar y continuar todavía su camino.

Nosotros creemos que las mamás son las primeras educadoras y las primeras animadoras para transmitir los valores fundamentales de la vida a sus hijos. Por lo que creemos que serán ellas a transmitir también la fe y los valores cristianos a sus propios hijos. Damos gracias al Señor por este momento muy importante para ellos y para todos nosotros. Oremos para que la luz de la Pascua siempre se encienda en sus corazones y como los 12 Apóstoles puedan ser testigos y mensajeros fervientes de Cristo resucitado. Acompañamos con la oración a esta pequeña comunidad cristiana para que pueda crecer y tener sus raíces en la fe con valentía y fervor.